
Actualización septiembre 2013: La Confederación Internacional de Sindicatos denuncia que cada día muere un obrero en las obras de la Copa del Mundo 2022. Ver noticia aquí
La Federación Internacional de Fútbol (FIFA) concedió en diciembre de 2010 la organización de la Copa Internacional de Fútbol 2022 a Qatar. La decisión fue polémica desde el principio. Desde los que proclamaban que el país no reúne las condiciones necesarias para albergar un evento de tal calibre, a nivel político, social y ni siquiera climático, hasta los que han acusado al país de «comprar» con sobornos a la FIFA.
Sin embargo, han sido las condiciones de los trabajadores inmigrantes, que serán sin duda los artífices de las instalaciones que albergarán el evento, las que han levantado una mayor indignación. Qatar es el país con una mayor ratio de inmigrantes por población local del mundo. Aproximadamente un 94 por ciento de la mano de obra total es foránea, unos 1,2 millones de trabajadores procedentes principalmente de India, Nepal, Bangladesh, Sri Lanka, y Filipinas. En relación a la población total, los extranjeros representan cerca de un 70 por ciento.
Qatar es considerado como uno de los países más liberales del Golfo Pérsico. Sin embargo, la falta de libertades políticas y civiles aún es importante. El país es supuestamente una monarquía constitucional, pero está controlado de facto por la familia Thani desde la mitad del siglo XIX. Nunca ha celebrado elecciones legislativas y las primeras han sido anunciadas para este 2013, aunque ya han sido retrasadas en varias ocasiones.
Pero no parece que haya una voluntad real de mejorar las libertades. Qatar ha aprobado una nueva Ley de Medios que refuerza la censura y castiga las críticas hacia el gobierno. Una de sus primeras víctimas ha sido el poeta árabe Mohamed al-Ajami, condenado a cadena perpetua en Qatar por «incitar a derrocar el gobierno y por críticas al monarca».
Qatar es además el país con mayor renta per cápita del mundo, según el ranking elaborado por el Fondo Monetario Internacional. Su economía se fundamenta en sus reservas de gas y petróleo y Doha, la capital, se ha convertido además en una importante plaza financiera gracias a sus bajos impuestos. Sus ciudadanos disfrutan así de uno de los niveles de vida más elevados del mundo, que para muchos compensa en buena parte la falta de otro tipo de libertades, mientras que los trabajadores extranjeros viven en instalaciones comunes, a menudo hacinados, y sin apenas derechos.
Human Rights Watch publicó hace poco el informe «Construyendo una Copa del Mundo mejor» , para el que entrevistaron a varias decenas de trabajadores extranjeros. El informe describe las altas tarifas que deben pagar por conseguir el trabajo, que tardan años en pagar, o la confiscación del pasaporte, uno de los elementos determinantes de la esclavitud, puesto que imposibilita la libertad de movimientos.
En Qatar existe además un sistema de «patrocinio», conocido como kafala, que prohíbe a los trabajadores cambiar de trabajo o dejar el país sin que su patrón, a menudo el propio empleador, lo apruebe. Los trabajadores no tienen además derecho a la asociación sindical o a manifestarse.
La Confederación Internacional de Sindicatos (CIS) ha comenzado la campaña «˜No a la Copa del Mundo sin derechos laborales»™ para presionar al gobierno y a la FIFA para que aseguren que los derechos de los trabajadores son respetados durante la construcción. De momento, tanto la CIS como Human Rights Watch aseguran que Qatar no ha cumplido con sus promesas y no ha habido prácticamente ninguna mejora en los últimos dos años.
Aún queda mucho para el Mundial, pero la construcción del primer estadio comenzará pronto y nuevos trabajadores llegarán en las mismas condiciones al país. Para hacer presión, y como complemento a su campaña, la CIS ha lanzado una recogida de firmas para «llenar un estadio» y pedir al gobierno de Qatar una mejora en los derechos laborales. Si no quieres que tu equipo juegue en un estadio hecho con sudor y sangre, puedes firmar aquí.
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