Durante los últimos días, un anuncio de Desigual en el que se veía a una delgadísima chica con, al parecer, tales deseos de ser madre que pincha un condón con una aguja, ha desatado la ira en las redes sociales. El anuncio nos ha recordado la fuerza que tienen las marcas para determinar tanto los patrones sociales como los de belleza – aunque estos segundos se pueden considerar una consecuencia de lo primero – y lo peligroso que es jugar con eso.
Como apunta Asier Albistur en su post «Una marca no tan Desigual como pretende», lo que ha molestado a muchos al ver el anuncio es que durante mucho tiempo Desigual había optado por un mensaje diferente. Un mensaje en el que las mujeres eran independientes, seguras de sí mismas y con tendencias sexuales diversas. No obstante, remarca Albistur, Desigual no se atrevió a tocar los estándares de belleza de niñas escuálidas que cada vez inundan más las publicidad.
Durante años, décadas ya, numerosos movimientos han llamado a repensar el impacto que estos patrones de belleza suponen en mujeres de todo el mundo. Algunas marcas y pasarelas de moda se comprometieron a no aceptar modelos demasiado delgadas. Pero la última campaña de Berskha – que salió más o menos al mismo tiempo que la de Desigual pero que ha dado mucho menos de qué hablar – demuestra que no se ha avanzado mucho.
Ya lo decía aquí Jean Kilbourne, una activista que lucha contra la imagen estereotipada de las mujeres en la publicidad: en los últimos 40 años, la situación ha ido a peor.
Y ya no afecta sólo a las mujeres. Aunque los cánones masculinos siguen sin ser tan exigentes, el cambio que se ha dado en la publicidad y el cine a la imagen del hombre ha sido radical. Los abdominales y los bíceps han pasado a ser el principal reclamo y cada vez vemos más a menudo a hombres ligeros de ropa.
Pero esto no es nuevo y, salvo algunas excepciones, la industria tradicional no ha dado muestras de querer cambiar sus patrones de belleza. Pero ¿y qué ocurre con la moda ética? ¿qué papel juega en todo esto? En un principio, la moda ética es aquella que asegura una serie de estándares mínimos en el respeto al medioambiente y a los derechos de los trabajadores implicados en la cadena de producción. Han supuesto un manera diferente de hacer las formas, sobre todo en cuanto a la fabricación de los productos. Sin embargo, el camino recorrido hasta el momento en cuanto a estándares de belleza es, en general, mucho más tímido. Muchas de ellas han abrazado el lema «se puede ser ético/a sin renunciar a estar guapo/a» y siguen poniendo las/los mismas/mismos modelos para promocionar sus productos. Un ejemplo es este de Goodone, una marca bastante conocida en Reino Unido.
Pero basta con darse una vuelta por las páginas webs de algunas de las principales marcas de ropa ética para ver que en general esta es la tendencia. Y es cierto que no son iguales y la mayoría no cosifica los cuerpos de mujeres y hombres de la misma manera que lo hace la industria tradicional. Pero tampoco son transgresoras ni rompen con las convenciones. ¿No deberíamos pedirles también eso?
Yo creo que sí, a todas las marcas, pero en especial a las de este tipo, tendríamos que pedirles que no sigan alimentando estereotipos tan dañinos y que no sigan enviando mensajes construyendo nuestra imagen en base a roles imposibles. El otro día en una tienda de Comercio Justo de una entidad que lucha contra la discriminación vi que había una buena parte dedicada a lociones antiarrugas, cremas anticelulíticas y demí¡s. No sé cómo lo veréis, pero a mí me sorprendió que en un establecimiento con valores, conciencia y espíritu de transformación se vendieran este tipo de productos para «combatir» lo que no es mí¡s que la piel y demí¡s rasgos de la mujer madura.
Si esos productos cosméticos no existieran de CJ, las personas que quieran comprarlos no tendrían alternativa y los comprarían de l’Oreal y demí¡s empresas multinacionales.
No es tan sencillo como decir: que no lo vendan. Lo ideal sería: «no los compréis». Pero eso ya no tiene que ver con la ética y los valores en la cadena de producción del producto. Si no con el producto en sí mismo. No es un debate de si se debería vender X en una tienda de CJ.
Y sobre el tema del artículo, por supuesto considero positivo que la moda ética rompa con esa tendencia «estética» de mujeres (y hombres) imposibles e irreales. Ademí¡s eso podría atraer a un nuevo público, que quizí¡ el CJ no le había llamado hasta ahora.
No había visto el anuncio de desigual. Es absolutamente insultante. Qué vergí¼enza.
¡Por otra parte, muy buen artículo, como siempre! Totalmente de acuerdo con que la «ropa alternativa» también debería trabajar una imagen mí¡s alternativa.
¡Un saludo!
Lo del anuncio de Desigual es una inmoralidad. No se puede tratar la maternidad de esa manera tan frívola. Que te coloquen un hijo no deseado es una gran putada que seguramente pagarí¡ la criaturita. A mi algo que me sorprende es que en las revistas de moda la mayoría de las personas que trabajan son mujeres y son ellas las que siguen insistiendo en promocionar modelos cada vez mí¡s imposibles. Estoy de acuerdo con que las marcas «éticas» deberían promocionar modelos diferentes y mí¡s diversos. También tener que cumplir con unos canones son un tipo de esclavitud. ¡Saludos!