Según la botánica, el fruto, o la fruta, es aquel producto del desarrollo del ovario de una flor tras ser fecundada, en el que quedan contenidas las semillas; se obtienen de una enorme variedad de plantas, sobre todo, árboles y arbustos. En el imaginario popular, la fruta es la parte dulce y sabrosa de las plantas que consumimos como postre o entre horas; aunque depende de las tradiciones: en Asia, por ejemplo, es normal comer frutas durante las comidas o cocinar con ellas.
No hay duda de que las frutas son un jugoso alimento. Su función es contener la semilla y atraer a los animales para que éstos las repartan y no se concentren todas debajo del árbol. Por tanto, tiene que ser lo más apetitosa posible, y lo consigue gracias a la fructosa, un tipo de azúcar simple que se encuentra en la pulpa. Este dulzor ha convertido a la fruta en un producto clave de la industria alimentaria, cuyo consumo se ha incrementado durante los últimos años.
La mayor parte de vegetales tiene algún tipo de fruta, por lo que la variedad es infinita; sin embargo, las frutas más consumidas son tomates, plátanos, manzanas, naranjas, uvas y mangos. Estas frutas suelen consumirse frescas, aunque también se pueden desecar o se les puede añadir azúcar que actuará como conservante y hacer mermeladas. Son también muy consumidas en zumo o para elaborar bebidas alcohólicas, como la sidra o el vino. La fruta es además un ingrediente habitual en la elaboración de cosméticos, cremas y jabones.
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