Cómo España llegó a convertirse en una pieza clave del comercio internacional de animales vivos

El puerto de Cartagena es uno de los principales centros de exportación por mar de animales vivos del mundo. Los animales son enviados principalmente a países de Oriente Medio

Desde el exterior, el puerto de Cartagena parece un puerto cualquiera. Camiones que entran, contenedores que se mueven, unas cuantas plantas procesadoras de diferentes materias primas, y muchos barcos. Sin embargo, el puerto de Cartagena tiene una peculiaridad casi única en España. Junto al de Tarragona, es el único puerto del país desde el que se exporta una mercancía casi desconocida: animales vivos.  

Y sin embargo, ese comercio no es menor. España es, hoy en día, el mayor exportador de bovinos vivos de Europa y el segundo de ovejas – no sólo de Europa, también del mundo – detrás de Rumanía. Y Cartagena es la pieza clave de este comercio. De los casi 800,000 animales vivos que fueron exportados desde España en 2022, más de 600,000 salieron de Cartagena, según las memorias de los puertos.

Es, no obstante, un negocio joven. De hecho, el puerto de Cartagena tiene licencia de exportación de ganado vivo sólo desde 2010 y Tarragona, desde 2012. Y su éxito se debió principalmente a un oportunidad, explica Olga Kikou, responsable de Asuntos Europeos de la organización Compassion in World Farming, una organización que pide regulaciones más estrictas de bienestar animal en el transporte de animales vivos. Así, España se convirtió en uno de los principales actores del comercio internacional de animales después de que Australia endureciera los requisitos de bienestar animal para la exportación en 2011. “Generalmente en un mercado si alguien se retira, alguien más viene a cubrir el hueco. Y España estaba dispuesta a hacerlo”, asegura Kikou. “Aunque en Europa hay algunas leyes de bienestar animal, son mínimas. […] Y a España tampoco le importa mucho [el bienestar animal], así que por desgracia, por esa razón está llenando el vacío”, continúa. 

Ahora otra pieza fundamental en este comercio acaba de salir del puzzle, lo que podría dar un nuevo empujón al mercado español. Así, Nueva Zelanda, el quinto mayor comerciante de bovino vivo del mundo, envió su último cargamento a China, su principal comprador, la semana pasada tras la prohibición de este tipo de comercio. 

El viaje rara vez empieza en España. Los crotales, unas identificaciones de plástico que los animales llevan en sus orejas desde su nacimiento, revelan que en los camiones que llegan a Cartagena hay animales procedentes de Austria, Francia, e incluso Irlanda. “Hay mucho que no se sabe en este sucio negocio de las exportaciones de animales, en las que los animales pueden ser transportados de un país a otro, y luego exportados de nuevo”, explica Olga Kikou. “Los animales se encuentran a sí mismos en una situación en la que son comerciados como materias primas”, continúa Kikou. 

Dos activistas de AWF vigilan el puerto de Cartagena desde una colina. / Laura Villadiego

Muchos de ellos proceden de la industria láctea, donde los terneros machos son considerados subproductos no rentables. “Esos terneros nacen solo para que sus madres puedan tener suficiente leche y el ganadero pueda ganar dinero. Y la mitad de ellos son estadísticamente machos y no pueden dar leche después, así que se deshacen de ellos”, explica Ann-Kathrin Freude, activista de Verein gegen Tierfabriken (VGT), una ONG austriaca por el derecho de los animales. Y el comercio de animales vivos se ha convertido en una salida perfecta para darles rentabilidad. “Han encontrado un cliente para esa carne que antes nadie quería”, continúa Freude. 

Esos clientes están mayoritariamente en países de Oriente Medio. Así, los principales destinos de los animales vivos exportados por España son Libia, Líbano, Arabia Saudí, Jordania y Turquía, según datos facilitados por el Ministerio de Agricultura. Por ello, el muelle de animales vivos del puerto de Cartagena bulle sobre todo durante las semanas previas al Eid al-Adha, la fiesta del sacrificio musulmana, que rememora el sacrificio de Abraham, un pasaje también recogido en el Corán y que este año se celebrará a finales de junio.

España no solo vende los animales; a menudo también los engorda hasta que alcanzan el peso suficiente para ser enviados a sus destinos finales. “España se ha especializado en esto en parte porque es el sitio más barato para alimentarlos. Hay más espacio, la comida es más barata y los estándares son más laxos en comparación con países como Austria”, explica Freude. También es más barato en comparación a los países de destino, en parte debido a los subsidios europeos. Así, la Política Agrícola Común reduce los costes de producción dentro de Europa y los hace imbatibles con los precios de países como Libia o Líbano, donde la falta de agua limita la producción de carne, explica Gabriel Paun, director de Animals International, una organización que lleva años investigando el comercio internacional de animales vivos.

Un negocio secreto

Son apenas las siete de la mañana y el muelle de carga de animales del puerto comienza a bullir. Decenas camiones esperan su turno para descargar una mercancía que ya bala con fuerza, impaciente por las horas de encierro en un pequeño espacio a altas temperaturas. Algunos de ellos aguardan en una gasolinera cercana, uno de los pocos indicios visibles de que este comercio está ocurriendo en Cartagena.

“Nadie en Cartagena sabe que esta ciudad es la mayor exportadora de animales de toda España”, asegura Gabriel Paun. Varias personas relacionadas con los movimientos ecologistas locales confirman que desconocían que se exportaran animales vivos desde el puerto de Cartagena. 

Los camiones de transporte de animales vivos parecen camiones de contenedores normales, pero, en vez de estar totalmente sellados, tienen pequeñas aberturas en los laterales para dejar pasar el aire. En Cartagena, lo normal es que los camiones entren directamente al puerto y aparquen dentro del complejo, en espera a que llegue su turno para descargar. Sólo aquellos que llegan después de que el puerto cierre, se quedan fuera. “Una vez que cierran las puertas hay que esperar a la mañana siguiente para poder entrar“, explican dos camioneros que han viajado desde Huesca con dos camiones llenos de bovinos. 

Un muro aleja las miradas ajenas de lo que pasa dentro del muelle, al que sólo pueden acceder personas autorizadas. Lo primero que hacen los camiones tras pasar el control es ir a la zona de pesaje, donde comprueban su carga. Si el barco está preparado para iniciar la carga, la van descargando por turnos, sacando a los animales del camión y guiándolos hasta el barco, a través de una rampa. Aquí es donde se solían encontrar la mayores violaciones de bienestar animal porque los animales era a menudo conducidos con castigos físicos o electroshock. Ahora un toldo cubre la pasarela y apenas se puede ver qué ocurre en ese camino. 

Sin embargo, Paun, Freude y otros activistas siguen intentando encontrar pequeñas grietas en ese secreto negocio: una colina desde la que se ve el muelle, algunos pequeños huecos en la valla, el muelle recreativo que da una pequeña visión a los barcos o la gasolinera misma. Buscan violaciones de la legislación europea que regula la protección de animales durante el transporte: heridas en los animales, malas condiciones dentro de los camiones o maltratos a los animales cuando son cargados en el barco. 

En Cartagena, suelen encontrarse camiones expuestos a demasiado calor, largos tiempos de espera o un mal manejo de los animales. “Hemos visto algunas mejores en los últimos 10 años desde que las ONGs empezaron a trabajar en este asunto, especialmente en la parte europea”, explica Tea Dronjic, veterinaria y responsable de proyectos de Animal Welfare Foundation. “Están haciendo mejoras porque quieren que este negocio continúe. Pero ese es el problema. Debería terminarse”, continúa.

Animales transportados en un camión esperan cerca del puerto de Cartagena. / L. Villadiego

Cuando los animales abandonan el camión, les espera un destino peor. La mayor parte de los barcos aprobados para transportar animales son antiguos barcos de mercancías que han sido adaptados cuando su vida útil termina. Según un informe de Robin des Bois, Animal Welfare Foundation y Tierschutzbund Zürich, los barcos aprobados por la Unión Europea para el transporte de animales tienen una media de más de 40 años, están llenos de amianto y otros compuestos tóxicos, y han sido convertidos en barcos para animales tras tres décadas transportando otras mercancías. La mayoría de las embarcaciones han sido denunciadas por diferentes problemas en las condiciones de seguridad, la temperatura del barco o el agua disponible o las condiciones laborales, entre otros. “Por decirlo de forma simple, los barcos aprobados por la Unión Europea para transportar animales pueden ser descritos en general como barcos por debajo de los estándares”.  

Sin embargo, las condiciones dentro de los barcos son en realidad incluso más opacas que las del puerto. “Comprobamos que los animales están en buenas condiciones cuando llegan al puerto. Pero una vez que zarpan, no hay nadie dentro del barco para comprobar que todo está bien”, asegura una veterinaria española que ha trabajado en un puerto español, pero que quiere permanecer en el anonimato por las posibles represalias. “Un veterinario debería estar siempre en los barcos”, continúa. 

En 2021, dos barcos que habían zarpado de España, el Karim Allah y el Elbeik, estuvieron semanas a la deriva con casi 3000 animales a bordo después de que Turquía y otros puertos les denegaran la entrada por no presentar garantías de que los animales no estuvieran infectados con lengua azul, una enfermedad vírica que afecta a los rumiantes. Durante la travesía murieron al menos 200 animales. El resto fueron declarados no aptos para consumo humano y sacrificados. 

El informe de la Guardia Civil sobre el Elbeik describía la falta de agua y alimentos para los animales, con sistemas de alimentación estropeados, con zonas del barco donde había una mayor densidad de animales de la permitida, y una indiferencia general hacia el bienestar por parte de los animales por parte de la tripulación. “Ese barco nunca debería haber abandonado el puerto”, asegura Silvia Barquero, entonces directora de la organización Igualdad Animal. El capitán confesó además a la Guardia Civil que 169 animales habían sido desmembrados y tirados por la borda al mar Mediterráneo, a pesar de que la legislación internacional lo prohíbe. “En ninguno de los barcos hay sistemas para incinerar a los animales que mueren y los puertos tampoco los aceptan, así que no pueden hacer nada más con ellos”, explica Tea Dronjic. 

No era el primer incidente de este tipo. El comercio internacional de animales por mar es un negocio con una alta siniestralidad. Uno de los primeros grandes casos fue el del Uniceb, que iba de Australia a Jordania y en el que murieron 67.000 ovejas cuando el barco prendió fuego en 1996. Pero hay casos mucho más recientes. En 2019, el Queen Hind volcó en el Mar Negro poco después de salir de puerto con 14.600 ovejas a bordo. En 2020, el Gulf Livestock 1 se hundió con casi 6.000 vacas a bordo cuando fue impactado por el tifón Maysak. Además de los animales, en el incidente murieron 42 de los 43 tripulantes.  

Un negocio próspero en Europa

Aunque España se ha especializado en el comercio de animales vivos con países de Oriente Medio, dentro de las fronteras europeas hay también un próspero comercio. No hay más que mirar las etiquetas de la carne en el supermercado para ver que el origen del animal a menudo no coincide con el de su sacrificio. Así, Países Bajos se ha convertido en el principal exportador de lechones del continente, una industria que provee a las granjas de países como Alemania, Italia y España, entre otros. Alemania y Dinamarca también mandan cientos de miles de cerdos vivos a países europeos, pero también a otros países vecinos como Rusia.  

Mapa con las principales rutas de exportación de animales vivos a países no europeos. / AWF

España, además, no exporta sólo vacas y ovejas vivas. Según datos del Ministerio de Agricultura, España exportó más de 378.000 aves en 2022, 265.000 colmenas de abejorros y más de 1,6 millones de peces, entre otros animales vivos. Así, la Unión Europea es responsable de hasta un 80% del comercio de animales vivos a escala global, asegura un análisis de The Guardian

Para Gabriel Paun, el comercio de animales vivos sólo tiene sentido para las empresas que controlan el comercio. Así, en el caso de las exportaciones a países de Oriente Medio, las empresas son mayoritariamente de esos países y “controlan toda la cadena”, asegura Paun. “No es un negocio lucrativo para España como país o para su gente. No genera casi empleo y los beneficios tampoco se quedan”, continúa. Paun recuerda además en esos países no se respetan las regulaciones sobre bienestar animal que son obligatorias en Europa y que prácticas como el sacrificio sin aturdimiento son comunes. 

Por ello, los activistas piden que se prohíba este comercio y que sea reemplazado por exportaciones de carne congelada, algo que ya ha sido demandado por el Parlamento Europeo el año pasado. “La mayor parte de la gente no entendería por qué transportamos a una cabra, una oveja, un cerdo o una vaca tan lejos. No tiene sentido. Es la crueldad innecesaria la que tarde o temprano acabará con esta industria”, concluye Paun. 

2 comentarios en “Cómo España llegó a convertirse en una pieza clave del comercio internacional de animales vivos”

  1. ¿Porqué no podemos simplemente comer plantas y dejar a los otros animales en paz? ‍♀️
    La barbaridad del ser humano no tiene límites
    GO VEGAN

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio