La industria del cacao es un sector en el que todavía se mantienen muchos de los ejes del modelo colonial. Así, aunque Ghana y Costa de Marfil producen aproximadamente el 60% del cacao mundial, es Europa quien lo controla, importando el 50% de las habas y concentrando gran parte del procesado. España, en este mercado, tiene un papel secundario. A pesar de la importancia de Europa como importador y fabricante de productos de cacao, España no se encuentra en la lista de países europeos más importantes en la industria. Así, España es el octavo importador de cacao de Europa y el undécimo a nivel global, y su industria movió 1.857,7 millones de euros en 2023, un 8,8% más que el año anterior según datos de Produlce.
Estas son algunas de las conclusiones de nuestro último informe El cacao en España. Investigación de la cadena de suministro, que hemos realizado junto a Ecologistas en Acción y que es el primero que hacemos bajo la marca LINEC. Presentaremos el informe el próximo lunes 29 de septiembre en un evento online al que puedes registrarte aquí.
Este informe investiga la trazabilidad de la industria del cacao en España con motivo de la implementación del Reglamento de Deforestación Importada, que debería ser de aplicación a partir del 30 de diciembre de 2025, pero que quieren retrasar un año más. Este reglamento establece que una serie de materias primas seleccionadas por su alta relación con la deforestación deban ser geolocalizadas hasta su lugar de producción, asegurando que están libres de deforestación desde al menos 2020, para poder ser importadas en Europa. El cacao es una de las materias primas afectadas, ya que el 7,5% de la deforestación importada al continente se debe a esta materia prima.

España, un país a la cola
Sin embargo, España está en un mal punto de partida para la implementación del Reglamento de Deforestación Importada. Así, el mercado del cacao hacia España es más indirecto que el de otras materias primas como la soja o el aceite de palma, y a menudo el cacao pasa antes por otros países europeos, como Países Bajos o Alemania, antes de llegar a nuestro país. En otros casos, se dan además varios intercambios entre los diversos países europeos en las diferentes formas en las que se puede procesar el cacao, hasta llegar al procesado final. En el caso de España, se importa además una gran cantidad de productos ya preparados, entre ellos chocolatinas y tabletas de chocolates, que probablemente han sufrido anteriormente varios de estos intercambios. Algunos de estos productos proceden de países localizados geográficamente en Europa, pero que no forman parte de la Unión Europea, como el Reino Unido y Suiza.
La consecuencia de esto es que la industria española es incluso más difícil de trazar que la de otros países del continente. A esto se añade la falta de transparencia por parte tanto de las empresas como de las autoridades españolas que, a diferencia de otros países, sólo ofrece datos parciales del comercio internacional de cacao y sus derivados en nuestro país.
Empresas: la cara visible y la oculta
Dentro del mercado europeo, hay dos tipos de empresas principalmente: las intermediarias y los fabricantes de productos de consumo. Las primeras son las que importan las habas de cacao y las procesan para producir cobertura de cacao, una masa de cacao y otros ingredientes que luego usan los fabricantes de productos de consumo. Las primeras apenas las conocemos. Son Barry Callebaut, Touton, o Natra, entre otras. Las segundas sí que son más conocidas, como Nestlè o Mars.
En España, la mayoría son internacionales pero hay algunas de origen español: Nederland, Indcresa, Natra, entre las intermediarias, e Idilia, Chocolates Valor o LaCasa, entre las fabricantes. Algunas de estas últimas fabrican además el chocolate para las marcas blancas de los supermercados. Son Europraliné (antigua Trapa), Ibercacao (del grupo LaCasa) o Antiu Xixona, principalmente.
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