Conocido en la América andina desde hace al menos 7.000 años, la quinoa ha sido un pilar de la alimentación para los pueblos andinos durante generaciones. Los incas lo llamaban el «cereal madre» por su alto valor nutricional. Hasta hace poco ha sido prácticamente un desconocido fuera de los países de origen, pero la divulgación de sus cualidades nutritivas y culinarias ha provocado un notable aumento de su consumo, principalmente en países desarrollados.
Dedicamos nuestro quinto Informe de Combate a este pseudocereal que el presidente de Bolivia, Evo Morales, ha llamado el «regalo ancestral de los pueblos andinos». Un producto cuyo consumo hasta hace poco se había reducido a la franja occidental del Cono sur de América, pero que se extiende ahora con rapidez por medio mundo. Así, según la FAO, entre el año 2005 y el 2011, el volumen mundial producido aumentó un 37,3% pasando de 58.443 a 80.241 toneladas
La quinoa, a diferencia de otros productos analizados en estos Informes de Combate, se ha posicionado como una de las principales alternativas para una alimentación más sana y justa y su comercialización se produce fundamentalmente a través de cooperativas de Comercio Justo. En el Informe analizamos así las bondades del cultivo de este producto, pero no queremos perder el espíritu crítico y nos preguntamos también por el impacto negativo que ha tenido esta creciente moda, desde el incremento del precio del grano (casi se ha triplicado en unos pocos años) al aumento de la superficie cultivada, con el consecuente riesgo al acaparamiento y la concentración de tierras.
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