Miles de personas que viven a orillas del río Dhaleshwari ven amenazados sus modos de vida por la contaminación de las aguas por las fábricas textiles
Muktadir Rashid. Savar (Bangladesh)
Pradeep Rajbangshi es uno de los pocos barqueros a los que hoy en día puede verse cada día con su pequeño bote de madera en el Dhaleshwari, un río cercano a la zona de Tetuljhora, en las afueras de la capital de Bangladesh, Dhaka.
Pradeep, de sesenta y dos años, es conocido por sus viajes en barco a través de las aguas oscuras y malolientes del Dhaleshwari.»Solía pescar en el río cuando era niño con mi padre… pero ahora he guardado mi red de pesca en el almacén y remo con el bote (transportando a personas) para ganarme la vida», cuenta Pradeep mientras rema en su bote en un mediodía ventoso.
Pradeep culpa a la contaminación industrial por la escasez de peces en el río, y especialmente a los cientos de fábricas de ropa orientadas a la exportación que han proliferado en el área de Tetuljhora, donde creció.
Bangladesh se ha convertido en el segundo mayor exportador de textil del mundo, gracias, principalmente, a los bajos salarios que se cobran en el país. Durante las últimas semanas, los trabajadores de la confección de Bangladesh se han manifestado para pedir un aumento de sus salarios y al menos cuatro trabajadores han muerto y cientos de personas han resultado heridas en los enfrentamientos con la policía durante las protestas. Muchos otros trabajadores han sido despedidos por su participación en las protestas.
En Tetuljhora saben bien cómo afecta la precariedad del sector a sus trabajadores, porque la zona está situada en Savar, el mismo distrito donde en 2013 se derrumbó el Rana Plaza, sepultando a más de 1.100 trabajadores. Pero, como dice Pradeep, la industria también ha tenido otros impactos directos en los medios de vida de la población de Bangladesh.
“Antes el agua era tan clara que podíamos ver peces. Pero hoy en día no se ve nada debido a la contaminación. Es agua negra y apestosa”, se queja Pradeep, padre de tres hijos.
Las afirmaciones de Pradeep han sido corroboradas en varios estudios que han vinculado las curtidurías asentadas en la zona con la bioacumulación y contaminación por metales pesados en el río Dhaleswari.
Por ello, no sólo Pradeep ha dejado de pescar. Sus dos hijos tienen ahora que irse lejos de su aldea a pescar lo que incrementa sus costes y disminuye sus ganancias. “Se han ido para poder pescar en agua limpia”, añade Pradeep.
Por su parte, Pradeep cobra al menos 2 dólares estadounidenses por una hora de viaje en barco, una opción más lucrativa que “perder el tiempo pescando” en el río ya inerte y contaminado. “En invierno el agua se pone peor”, asegura, ya que coincide con la estación seca y el nivel del agua desciende.
Hace años, cuando el río empezó a contaminarse, tuvo que cambiar de profesión debido a la escasez de peces en el río y trabajó en un pequeño puesto de té por 400 Tk [ahora 4 dólares estadounidenses] diarios durante siete años.
Según una estimación local, en la actualidad viven en la zona unas 7.000 personas de su comunidad Rajbangshi.
Aguas contaminadas
Esta hermosa zona alguna vez fue como un lugar de rodaje para los cineastas bangladesíes y se veían grandes veleros navegando en el río, explica Anjali Rajbangshi, que dirige un pequeño puesto de refrigerios en la aldea de Krishnanagar, cerca de Tatuljhora.
“Antes bebíamos el agua del río o la usábamos para cocinar, pero ahora tenemos miedo de tocar el agua porque nos puede causar sarpullidos en la piel”, dijo. “Dejé de bañarme en el río hace más de 10 años debido a las erupciones cutáneas.»
Según Anjali, la contaminación comenzó poco después de que se instalaran las fábricas de ropa en la zona. “Solíamos beber esta agua, solíamos bañarnos aquí hace no mucho. Pero ahora apesta. No podemos usar el agua”, asegura.
El acceso al agua potable es uno de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible, en concreto el número 6, que Naciones Unidas se ha propuesto para 2030. Así, según la organización internacional, para ese año se tendrá que “mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación, eliminando los vertidos y minimizando la liberación de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad la proporción de aguas residuales no tratadas y aumentando sustancialmente el reciclaje y la reutilización segura a nivel mundial”. Además, los ODS incluían el objetivo de “proteger y restaurar los ecosistemas relacionados con el agua, incluidas montañas, bosques, humedales, ríos, acuíferos y lagos», para 2020. Así, entre los objetivos están la mejora de la calidad del agua, el tratamiento de aguas residuales y garantizar el suministro de agua dulce.
Sin embargo, en la aldea de Krishnanagar, a orillas del río Dhaleshwari esos objetivos se ven lejanos. Un grupo de 12 personas observan el río sentadas frente a un pequeño templo hindú. Preguntados sobre la contaminación del río y del medio ambiente, todos acusan a las fábricas y su contaminación.
Uno de ellos, Gonesh Rajbanshi, de 69 años, un comerciante de pescado que ahora disfruta de su vida de jubilado, cuenta que el río Dhaleshwari comenzó a contaminarse después de que se estableciera la Zona de Procesamiento de Exportaciones de Dhaka a principios de la década de 1990. Entonces, empezó a llegar agua «sin tratar» al río.
Gonesh asegura que el agua se contaminó tanto que los peces murieron, lo que afectó gravemente el sustento de quienes dependían del río y sus recursos.
La contaminación del río se agravó después de que varias curtidurías se trasladaran a la orilla de Dhaleshwari en 2017, después de que el gobierno cerrara 220 fábricas en Hazaribagh, un área dentro de la capital, Dhaka, debido a la condición crítica de otro río, el Buriganga, obligándoles a trasladarse a Savar. Otra investigación científica concluyó que la contaminación del agua de Dhaleshwari comenzó hace al menos una década.
Una comunidad que depende del pescado
Fakhrul Alam Samar, presidente de Tetuljora Union Parishad, asegura que la comunidad Rajbangshi ha estado viviendo en la zona de Tetuljhora durante siglos y su sustento tradicionalmente depende del río, especialmente de la pesca y el comercio de pescado.
Pero el representante electo local, Fakhrul, cree que muchos de ellos ahora tienen dificultades para ganarse la vida debido a la contaminación o han tenido que cambiar de profesió. Algunos incluso se mudaron a otro lugar después de terminar su educación.
Tetuljhora tiene apenas 70.000 votantes locales, pero más de 0,7 millones de personas más trabajan diariamente en varios cientos de fábricas, principalmente en el sector de la confección La mayoría viven en asentamientos temporales provistos por las mismas fábricas.
Pero según Fakhrul, la contaminación también ha afectado la salud de sus habitantes y los rendimientos de sus cosechas. “Debido a la contaminación, los niños que van a la escuela han sufrido nuevos tipos de enfermedades. Esta zona se basaba principalmente en la agricultura, pero ahora la producción agrícola se vio gravemente obstaculizada”, afirma.
Un estudio de 2018 realizado por la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Bangladesh, comúnmente conocida por el acrónimo BUET, una universidad pública de investigación tecnológica en ingeniería en Dhaka, explicó cómo otros ríos y brazos de conexión también se vieron afectados.
Según Delwar Hossain, profesor de BUET, especializado en ingeniería ambiental, el río Dhaleswari está contaminado en todas partes, ya sea por las curtidurías o la industria de la moda. “El departamento de Medio Ambiente o los medios de comunicación siempre culpan sólo a las curtidurías, pero las industrias de lavado y secado (de la moda) no son el foco de atención”, asegura.
Delwar asegura que las aguas residuales de la industria textil son responsables del aumento de la demanda biológica de oxígeno (DBO) y la demanda química de oxígeno (DQO), dos medidas de contaminación del agua. También se ha incrementado el amoníaco, asegura el especialista, y ha disminuido el oxígeno disuelto en el agua por encima del nivel permitido.
Esto sucede porque los sistemas de tratamiento de efluentes en la mayoría de las fábricas no operan adecuadamente para ahorrar costes de producción. «Habría que cerrar las fábricas que continúan contaminando», asegura Delwar.
Faizul Hakim Lala, presidente de ‘Janashasthaya Sangram Parishad’, una campaña de salud pública en Bangladesh, asegura que los seres vivos acuáticos están muriendo debido a la contaminación del agua y que muchos de esos peces contaminados con químicos se utilizan en la industria alimentaria, transmitiendo riesgos para la salud de las personas.
Además, en muchas zonas los lugareños utilizan las aguas residuales, lo que provoca enfermedades en la piel, problemas estomacales y, a largo plazo, cáncer.
Pradeep Rajbangshi dejó de pescar por la falta de peces en el río Dhaleshwari y ahora transporta gente en su barca./ Muktadir Rashid
Singair, que se encuentra justo en el lado opuesto del río a Tetuljhora, es uno de los muchos lugares en la orilla de Dhaleshwari conocidos por su importante papel en la cadena de suministro de hortalizas de la capital, Dhaka.
El activista por los derechos de la salud Faizul, que es médico de profesión, asegura que no sólo los humanos sino también los animales y las aves beben las aguas residuales y enfrentan el mismo problema, causando una pérdida de biodiversidad.
«Detener la contaminación es responsabilidad del gobierno, pero las marcas y los compradores tienen un papel que desempeñar para controlar la contaminación», afirma el activista de salud pública. También insta a los consumidores y a los sindicatos de los países destinatarios de la ropa a que presionen a los productores para que garanticen la seguridad medioambiental.
Promesas no cumplidas
El director de Monitoreo y Ejecución del Departamento de Medio Ambiente de Bangladesh, Mohammad Masud Hassan Patwary, asegura que siempre realizan campañas contra la contaminación de las fábricas de secado y lavado en todo el país, particularmente alrededor de la capital.
Según el Departamento de Medio Ambiente, un total de 1.728 fábricas -en su mayoría del sector de la moda- requieren de Plantas de Tratamiento de Efluentes (ETP). Muchas de estas plantas se han mantenido inoperativas para reducir costes, según el gobierno y grupos activistas. Sin embargo, 165 fábricas no cuentan con ninguna ETP, según un informe del gobierno.
“La contaminación no se puede detener mediante un tratamiento defectuoso de los efluentes. Estamos emprendiendo acciones legales contra los contaminadores que no cumplen la ley”, afirma Masud Hassan.
Como en muchos casos las ETP siguen siendo disfuncionales, las autoridades medioambientales han hecho obligatoria la instalación de una cámara de protocolo de Internet para reforzar la supervisión en línea.
Mohiuddin Rubel, uno de los directores de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Prendas de Vestir de Bangladesh (BGMEA en sus siglas en inglés), la principal organización de fabricantes de prendas de vestir, admite que el sector se ha enfrentado desde hace varios años a críticas de activistas ambientales que argumentan que la rápida expansión de las fábricas ha llevado a la contaminación de los ríos, la degradación del medio ambiente y los impactos adversos en los medios de vida.
En respuesta a estas preocupaciones, Mohiuddin asegura que BGMEA ha tomado importantes iniciativas para transformar la industria en una más sostenible y ambientalmente responsable.
Uno de los pasos más destacados adoptados por BGMEA es la promoción del programa LEED Green Factories que en agosto de 2023 acogía a 206 fábricas con la certificación LEED, de las cuales 76 alcanzaron la calificación Platino, la más exigente, y 116 llegaron a la de Oro. Estas fábricas utilizan tecnologías y prácticas energéticamente eficientes y respetuosas con el medio ambiente que ahorran agua, energía y minimizan la contaminación, según el sitio web de BGMEA.
Para abordar el problema de los residuos de textiles y prendas de vestir, BGMEA se ha asociado con Reverse Resources, GFA, Bestseller, Circle Economy y H&M en la implementación del «Proyecto CAMBIO a cadenas de valor de economía circular (SWITCH2CE)», financiado por la Unión Europea, para lograr la circularidad en el sector de las prendas confeccionadas, particularmente en el reciclaje de residuos preconsumo.
Además, la Visión de Sostenibilidad 2030 incluye una reducción del 30% en las emisiones de gases de efecto invernadero, una mejora del 50% en la «mezcla de materiales sostenibles», la creación de empleo para 6 millones de personas, 100% de igualdad de género y 100% de seguridad en el lugar de trabajo.
BGMEA también apunta a hacer que el 80% de las fábricas de la industria sean ecológicas para 2030, exportar prendas por valor de 100 mil millones de dólares y establecer un 100% de buena gobernanza.
En la web de BGMEA, sin embargo, no figura ni la Visión de Sostenibilidad ni los detalles concretos sobre cómo alcanzarán esos objetivos.
Para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, BGMEA se ha asociado con la agencia alemana de cooperación para el desarrollo GIZ para establecer la Plataforma de informes de datos digitales ESG.
«Esta plataforma recopilará y publicará datos sobre el desempeño de sostenibilidad de las fábricas miembros de BGMEA en tiempo real, reforzando el compromiso de la industria con los principios ambientales, sociales y de gobernanza», asegura Mohiuddin.
La abogada ambientalista Syeda Rizwana Hasan, reconocida internacionalmente, asegura que hasta el momento no se han tomado medidas efectivas para detener la contaminación de los ríos.
Así, según Rizwana Hasan, la Ley de Conservación del Medio Ambiente, aprobada en 1995, establece la contaminación como un delito punible. Sin embargo, tras muchos años y a pesar de haber establecido un departamento de Medio Ambiente, «catastróficamente» no se han tomado medidas legales efectivas contra ninguno de los contaminadores de los ríos.
Un pez muerto en la orilla del río Dhaleshwari./ Muktadir Rashid
Y a pesar de que el Tribunal Superior ordenó no contaminar el agua y hacer operativas las ETPs, la decisión no ha tenido implicaciones reales. “El Departamento de Medio Ambiente debería, de forma prioritaria, librar una guerra contra los contaminadores”, asegura. “La contaminación continuará hasta que no haya un compromiso político fuerte para proteger el medio ambiente de la contaminación”, continúa.
Definitivamente las marcas tienen una responsabilidad específica de proteger el medio ambiente. «Verán que las industrias textiles orientadas a la exportación se toman en serio el uso de productos químicos, pero los productores locales apenas mantienen nada».
Md. Shahidullah Azim, uno de los vicepresidentes de BGMEA, asegura que la mayoría de las fábricas orientadas a la exportación tienen que pasar por auditorías sociales y ambientales. Sin embargo, también reconoce que una vigilancia estricta podría mejorar la situación general.
Pradeep tiene ya pocas esperanzas, porque a pesar de que muchas personas han contratado su barco para recolectar muestras de agua y suelo para analizarlas, no ha habido mejoras a lo largo de los años.
“¿Por qué es así?”, se lamenta Pradeep mostrando un pez gato muerto arrastrado a la orilla de Dhaleshwari.
Porque Pradeep sabe que la contaminación es una amenaza existencial para él y su comunidad. “¿Seremos capaces de sobrevivir?”.
Nota: información adicional recogida por Rashad Ahamad, periodista de Dhaka.