Es algo que Carro de Combate discute desde los inicios del proyecto: ¿cuáles son las vías de financiación alternativas para el periodismo del siglo XXI? En España está cada vez más claro que no se puede confiar demasiado en los grandes grupos de la comunicación, que hasta ahora manejaban el cotarro: los EREs y cierres masivos de los últimos años han venido a confirmar la crónica de una muerte anunciada: un modelo caduco que se basaba en la publicidad y que, en su fase final, estaba poco o nada interesado en hacer buen periodismo. Sólo importaba el lucro empresarial -los accionistas eran ya banqueros- y, muchas veces, la influencia política. El periodismo de investigación, ese que alimenta el espíritu crítico -ese que es el único que merece llamarse periodismo- estaba cada vez más relegado, hasta terminar por desaparecer entre el maremagnum de noticias que recordaba aquello de que exceso de información equivale a desinformación. «Latifundios mediáticos», le dice Ignacio Ramonet. Y yo recuerdo aquellos versos de mi amigo Serginho Poeta: «Quiero ocupar los latifundios mentales / que la desinformación cultiva»…
Somos muchos, me consta, los periodistas de vocación que no nos resignamos a la muerte del oficio. Somos cada vez más, también, los que contemplamos este cambio de modelo -Internet es una revolución sólo comparable a la imprenta, nos recuerda Ramonet- como una oportunidad que quita del medio a los intermediarios, los poderosos que poseían los medios de producción: ahora no necesitamos imprentas ni distribuidores; podemos entablar un diálogo directo entre quien tiene algo que decir y quien quiere escuchar. Pero cuidado: aunque es cierto que cualquiera puede comunicar algo, y así debe ser, siempre habrá periodistas, en el sentido de personas que gastan una parcela sustancial de su tiempo en investigar temas y trasladar los hechos de una manera comprensible para su público. Se trata de hacer la realidad intelegible; de presentar un contexto que alimente el espíritu crítico. Es una labor absolutamente fundamental para la democracia, pero hacía tiempo parecía que la hubiéramos olvidado, al reducir las redacciones de los periódicos en fabricantes masivos de refritos de agencia…
Y he aquí que llegaron las plataformas de crowdfunding para ofrecer una alternativa. Quien esto suscribe ya ha ensayado la fórmula en dos ocasiones: con nuestro Carro, para financiar siquiera una parte de la investigación sobre el azúcar; y ahora, de la mano de la revista Fronterad, con una investigación que acaba de prosperar para analizar la actuación de las multinacionales españolas en América Latina. Gracias a 125 donantes, hemos rebasado los 4.000 euros que requeríamos para sacar adelante el proyecto, que ya desde hace tiempo está en la cocina, pero que echará a andar de veras en julio, con el primer viaje. Destino: Colombia.
Posiblemente este proyecto interpele a muchos lectores del Carro de Combate. Os invito a que busquéis más información en Goteo.org y en mi blog; y, si os parece interesante, me ayudéis a divulgar el proyecto para que, en los 24 días de campaña que quedan, redondeemos un buen presupuesto que nos permita ampliar la investigación. Porque la primera batalla es la de la información.