Durante siglos, los campesinos seleccionaron una parte de la simiente, la que presentaba mejores características, para poder plantar la próxima cosecha, mientras que el resto se destinaba al consumo humano. Esta práctica milenaria cambió a partir de los años 80, después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos decretara que los organismos vivos también son patentables.
Una década antes, Monsanto había descubierto el glifosato (conocido comercialmente como Round up), un herbicida tan potente que a menudo exterminaba no sólo a las malas hierbas sino también a la cosecha principal que supuestamente debía proteger. Monsanto comenzó a investigar nuevos cultivos resistentes al herbicida que culminaron en la primera soja transgénica, que empezó a comercializarse en 1996. Comenzó así el rápido ascenso de la industria de las semillas, uno de los sectores que más innovación incorpora, pero que pone en peligro la soberanía alimentaria en buena parte del mundo precisamente por esos derechos de propiedad industrial sobre la simiente.
Desde entonces, las multinacionales del sector, apoyadas por la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), han conseguido imponer legislaciones que, cada vez más, restringen el libre almacenamiento e intercambio de semillas y obligan a los campesinos a utilizar variedades modificadas y patentadas.
Liberamos nuestro Informe de Combate sobre las semillas en el que analizamos este importante sector, que es la base de la agricultura y, por tanto, de la soberanía alimentaria. Y es además un sector en plena expansión. Según un informe reciente de la consultora MarketsandMarkets, el negocio internacional de semillas fue de 6,276.5 millones de dólares, cifra que se doblará en 2018, segun el mismo estudio. Y una industria cada vez más concentrada. Así, según otro reciente estudio, del Grupo ETC, seis firmas transnacionales (Monsanto, DuPont, Syngenta, Bayer, Dow y BASF) controlan el 60% del mercado comercial de semillas y el 100% de las semillas transgénicas; ostentan además el 76% de las ventas globales de agroquímicos y el 75% de toda la investigación del sector privado sobre la agricultura.
Los Informes de Combate son fichas sobre productos que realizamos mensualmente, y que reciben primero para nuestros mecenas, donde analizamos el impacto social y medioambiental de la cadena de producción de diferentes sectores. Desde hace unos meses hemos empezado además a liberar algunos de nuestros primeros Informes de Combate, para que todo el mundo pueda leerlos. Hemos liberado de momento el del azúcar, el cacao, el aceite de palma y el del algodón. Si quieres ser el primero en recibir estos Informes de Combate y ayudarnos además a seguir investigando de dónde procede lo que consumimos, te animamos a que te informes de cómo hacerte mecenas de Carro de Combate.
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