En el imaginario colectivo, hay palabras que se ponen rápidamente de moda aunque la mayoría no sepa muy bien qué significan. O incluso sin que tenga un significado preciso. Son a menudo palabras, o expresiones, que evocan lugares o situaciones deseables, supuestamente mejores que las actuales, pero con definiciones tan vagas que casi cualquier cosa podría pasar el corte.
En el mundo del ecologismo y la sostenibilidad, hay tantas como una pueda imaginar: «desarrollo sostenible», «economía circular», «economía verde», «energías limpia», «industria (ponga aquí la que más le guste) regenerativa». Palabras tan utilizadas como disputadas porque, como bien sabemos, hoy en día todo tienen pretensiones de colocarse la etiqueta de verde, sostenible, circular o justo, aunque se basen en papel mojado. Hace poco ya nos lo recordaba Joan Martínez Alier con uno de esos ejemplos. «Esa moda de la economía circular es ridícula», nos decía en una entrevista. «La economía industrial es entrópica, no es circular. Es cada vez más entrópica».
Uno de los últimos términos que se ha sumado a esa lista, en el contexto de la emergencia climática, es el de transición ecológica que, como ya escribíamos en un artículo hace unos días, se refiere a los procesos que se hacen necesarios, en el contexto actual, para reconducir la actividad humana dentro de unos límites compatibles con el sostenimiento de la vida. Y que, si se tiene en cuenta su importante dimensión social, hablaríamos más bien de transición ecosocial.
Pero ¿cuáles son esos procesos? ¿Qué es necesario para que se dé una transición ecosocial que sea algo más que una etiqueta? Es lo que se plantea el activista Arnau Montserrat en el libro Nos sobran las ideas, Propuestario para una transición ecosocial, editado por la firma cooperativa Pol·len Edicions y que incluye ilustraciones de Miguel Brieva.
«Estamos en un momento de disputar el contenido de la transición», asegura Montserrat. «Nos hemos pasado muchos años luchando para que hubiera la conciencia en las instancias de gobierno y en la sociedad de que se necesitaba una transición y yo creo que ahora ya hemos cambiado de fase. Ahora más bien se trata de [determinar] cuáles son sus contenidos», continúa.
Y, sin embargo, Montserrat no defiende en el libro su tesis personal en sentido académico sobre lo que debe ser este proceso, aunque sí que haya una mirada propia en el análisis, sino que recoge las múltiples voces que están intentando darle forma. «El objetivo era bucear en la inteligencia colectiva buscando esas buenas ideas e intentar encajarlas en un marco que tenga coherencia», explica. Así el libro se estructura en torno a 18 temáticas, que van desde reflexiones acerca de la democracia, el dinero, o las empresas y la economía, a la justicia social, la soberanía alimentaria o las tecnologías, entre otras cuestiones.
Montserrat también llama a que haya un cuestionamiento crítico sobre la forma en que se está intentando perfilar la transición ecológica desde ciertos sectores tradicionales que «tratan de vendernos que va a ser todo igual, pero eléctrico, y no salen los números para que sea así». «Hay que plantearse qué papel tiene en todo esto la insistencia en el crecimiento y hasta qué punto eso no invalida toda la propuesta oficial», asegura.
Pero, sobre todo, el objetivo último del libro «es facilitar, en la sobreabundancia de información actual, el acceso» a las ideas y los recursos para que cualquier persona pueda participar en ese debate de la transición ecosocial.
Y el libro aporta además una pequeña mirada optimista. «Hay alternativas, [pero] ya no queda tiempo para pequeños cambios, aunque los pequeños cambios sumados forman parte de los grandes cambios que necesitamos», asegura Monsterrat, quien hace también una llamada a la acción colectiva «tanto de forma autoorganizada como a nivel gubernamental». «Una central nuclear no la desmantelas con redes vecinales», asegura.
El libro puede adquirirse en preventa a través de la página de Verkami del proyecto durante los próximos 5 días.