Un estudio de Amigos de la Tierra calcula que con la agroecología se podrían crear 400.000 empleos en España, a la vez que se alimenta a la población con un modelo más sostenible
La España rural no está cada vez más vacía sólo porque las ciudades sean más atractivas u ofrezcan más oportunidades. La industrialización del modelo agrícola también ha mermado las salidas laborales en las zonas rurales. Así, desde la entrada de España en la Unión Europea en 1986, y la implantación de la Política Agrícola Común, se han perdido más de 500.000 empleos en el sector primario en España, según el estudio ‘El impacto en el empleo de la transición agroecológica en España’ recién publicado por Amigos de la Tierra.
“En la última década todos los procesos han caminado a la industrialización, a la internacionalización, a la intensificación de la agricultura, y aparte de tener una serie de impactos ambientales, esto tiene también una serie de impactos sociales, fundamentalmente en la pérdida de empleo es el sector rural”, asegura asegura Marta G. Rivera, investigadora del Instituto INGENIO (CSIC-UPV) y coautora del informe.
Este proceso ha supuesto además la creciente concentración de las explotaciones agrarias en España. Así, en el periodo entre 1999 y el año 2020, se perdieron el 29% de las explotaciones españolas, la mayor parte de ellas pequeñas y familiares, y un 21% de la mano de obra, lo que supone alrededor de 200.000 empleos menos, según el estudio.
Un proceso que podría revertir la agroecología, asegura Rivera, ya que el cambio de modelo podría crear 400.000 puestos de trabajo adicionales. Así se pasaría e los 799.000 empleos en el sector ganadero y agrícola actuales a los 1,2 millones de puestos de trabajo. A esto se añadirían los beneficios medioambientales: una reducción en un 124% de las emisiones de gases de efecto invernadero y en la contaminación por nitratos de las aguas de casi el 90%, la reducción del uso de combustibles fósiles en el sistema alimentario del 84% y una reducción del 100% en los pesticidas y fertilizantes sintéticos. Además, el modelo propuesto incluiría la eliminación de las importaciones tanto de granos para la fabricación de piensos como de carne.
Porque una transición agroecológica no es lo mismo que la producción ecológica, recuerda Rivera. “En la agroecología, además de la conversión al 100% en ecológico (sin uso de pesticidas y fertilizantes sintéticos), hay otras diferencias como el uso de cereales antiguos, de acolchados, de sistemas de microproducción o de la ganadería extensiva”, explica.
Y a pesar de la imagen de estos sistemas como menos productivos, la investigadora asegura que serían suficientes para alimentar a la población en España. Eso sí, con algunos cambios. “Con una transición agroecológica en España se podría alimentar de sobra a la población española, pero haría falta reducir en un tercio el consumo de carne y se necesitaría un cambio en el perfil de consumo de proteína animal”, explica Rivera. Así, según la investigadora, habría que reducir de forma drástica el consumo de animales monogástricos (porcino y aviar) e incrementar un 70% el consumo de pequeños rumiantes, “fundamentalmente ovino y caprino, que han sido como los grandes perdedores en la última década en el ámbito de la ganadería en España”. Porque, recuerda Rivera, a nivel mundial «las explotaciones de menos de dos hectáreas producen aproximadamente el 34% de los alimentos a nivel global, utilizando sólo el 12% de la superficie».
Uno de los grandes cambios se viviría en el porcino, asegura el informe, donde, como en el caso del sector avícola, “el número de animales tendría que reducirse de manera significativa, ya que el sector se encuentra sobredimensionado en relación a la capacidad biofísica de los ecosistemas españoles”. Así, en el caso de los cerdos, por ejemplo, se pasaría de los 30 millones de cerdos que se crían en España en la actualidad – en ciclos de seis meses aproximadamente por lo que se sacrifican casi 60 millones de cerdos al año – a un máximo de 11 millones. Sin embargo, dado que la necesidad de mano de obra es mayor en la producción agroecológica – tres veces más en el caso del pollo y cinco veces más en el caso del porcino-, “la necesidad de mano de obra se vería menos afectada de lo esperado, o incluso se incrementaría, como ocurre en el caso de la producción aviar”, asegura el informe.
Amigos de la Tierra avisa, sin embargo, de la falta de apoyo de los agricultores para transicionar hacia este modelo y demanda a las administraciones públicas que promuevan “una agricultura y ganadería a pequeña escala, basadas principalmente en una economía familiar, que proteja los ecosistemas y los recursos naturales, y que garantice unas rentas mínimas para el desarrollo adecuado de la actividad y la consecución de una vida digna para las personas que trabajan en ella”, asegura Andrés Muñoz Rico, responsable de Soberanía Alimentaria de la organización. “Especial importancia tienen los subsidios agrarios como la Política Agraria Común, PAC, que deben llegar a aquellos productores que respeten el medio ambiente y los derechos de las personas trabajadoras”, concluye.