Charlamos con Gemma Morell, ingeniera en diseño industrial especializada en sostenibilidad, premio de Ecodiseño en Cataluña en 2021 y que actualmente realiza su doctorado investigando sobre los procesos de circularidad de los textiles usados. Forma parte del Grupo de investigación Sostenipra (sostenibilidad y protección ambiental) de la Universidad Autónoma de Barcelona y, a pesar de su juventud, su carrera ha estado salpicada de experiencias laborales y personales que, ahora es consciente, siempre terminaban acercándola al mundo del residuo textil. Desde su trabajo en una startup del sector, a sus experiencias en el uso de residuos para la creación de otros materiales. Como la de elaborar estanterías a partir de la ropa que llevó a cabo en Grecia en un proyecto para personas refugiadas: “Trabajamos con personas que vivían en centros ocupados -llamados squats- en los que había grandes espacios pero poco mobiliario y en los que los habitantes tenían enormes cantidades de ropa que les habían ido donando pero que realmente no necesitaban. Al analizar con ellos su situación fue cuando se nos ocurrió la posibilidad de convertir esos textiles en una especie de estanterías que sirviesen para colocar sus pertenencias y permitiesen también generar espacios de privacidad en aquellas salas tan grandes y en las que dormían varias personas”.
Es desde esas experiencias donde nace su interés hacia conceptos como la economía circular o el ecodiseño: “me planteo que el diseño debería ser social y ambientalmente sostenible por definición”. Por eso, señala, “hay que empezar por diseñar pensando en toda la vida útil del producto (qué pasará cuando se rompa la prenda, o cuando ya no se quiera usar más); reducir la producción y el consumo y hacer durar más la ropa que usamos» y después, establecer un buen sistema de gestión del residuo. Precisamente, la entrevistamos con motivo de la publicación del estudio La gestión de los residuos textiles municipales y las prácticas ciudadanas: El caso de Cataluña, del que es coaotura y que se ha publicado recientemente en Science Direct. Una investigación en la que participaron casi 1.500 personas y para la que entrevistaron a diferentes actores relacionados con la gestión de los residuos textiles.
¿Cuáles son las conclusiones principales del estudio?
Una de las principales conclusiones es que sólo el 10% de los residuos textiles se recogen por separado en Cataluña. Los datos son de 2020 y es posible que el porcentaje haya aumentado un poco en estos últimos años, pero en cualquier caso no sería más del 12%. El resto termina directamente en los vertederos o se quema. Y de ese 10-12% que sí se recoge de forma separada, al menos la mitad que se prepara para reutilizar y reciclar termina exportándose, como mínimo, a diversos países de Europa del Este, Asia o África, sin apenas control.
¿A qué podría deberse que el porcentaje sea tan bajo?
Una de las razones que apunta el estudio, a partir de las respuestas que nos dieron las personas encuestadas, es que la gente ve los contenedores de recogida de textiles como una herramienta con fines sociales, no de recogida de residuos. Es decir, como un lugar donde se deposita la ropa en buen estado, no cualquier textil. En nuestras encuestas, hasta el 78% de las personas nos decían que tirarían allí la ropa en buen estado, pero el porcentaje bajaba mucho cuando hablábamos de cualquier otro residuo textil. De hecho, la gente que sí está concienciada, los lleva al punto limpio. Esto es una buena práctica, porque allí se mete a un contenedor de ropa, igual que los que encontramos en la calle, y se envía a esos gestores de residuos autorizados.
Pienso que esto se debe a un componente cultural, histórico: tradicionalmente la ropa se dejaba en la parroquia para que otras personas pudieran aprovecharla; esto ha pasado de generación en generación y no ha habido un discurso que nos explique que, por ejemplo, también puede utilizarse para elaborar nuevos hilos. La responsabilidad no es del consumidor, pero existe esa percepción, no ha habido un trabajo de sensibilización sobre qué hacer con los residuos textiles. Es más, ni siquiera es fácil identificarla en la web de recogida de residuos de Cataluña.
Otro aspecto a señalar es el de la accesibilidad a los contenedores. Es decir, la ubicación y cantidad de contenedores de recogida separada que hay distribuidos por el territorio. Existe la motivación de aumentar el número de contenedores, combinándolos con otros sistemas de recogida adaptados al tipo de población de cada territorio, para aumentar la recogida separada. Aunque de nuevo, esto tendrá que ir acompañado de campañas de comunicación para la ciudadanía, para que esta sepa cómo encontrarlos y qué textiles puede depositar allí. Un tercio de los encuestados ubicaba el contenedor o punto verde más cercano a más de 10 minutos andando, tenía que utilizar algún método de transporte, o directamente no sabía dónde estaba situado.
¿Qué se podría hacer para aumentar el porcentaje de recogida de textil?
Está claro que el objetivo ha de ser aumentar ese 10-12%, pero hay que tener en cuenta que si llegáramos al 20%. tendríamos un problemón, porque las entidades gestoras no están preparadas a día de hoy para poder asumir y gestionar volúmenes mayores de textil. Por un lado, necesitaríamos aumentar la sensibilización de la población, especialmente de la población más jóven y de las personas menos concienciadas con el medio ambiente y los residuos textiles, pues son los grupos que realizan peores prácticas, según sus propias respuestas. Aunque también podría ser que los jóvenes, más concienciados de forma general sobre el medio ambiente, juzguen de forma más estricta su propio comportamiento respecto a la gestión del textil usado. Sería necesario investigar más a fondo sobre el tema.
Por otro lado, también sería necesario aumentar la inversión para que las entidades puedan llevar a cabo una ampliación de las instalaciones, aumento del personal, adopción de tecnologías para el triaje de residuos… Si no, no seremos capaces de darle salida. Y aquí aparece otra problemática: actualmente, ya exportamos al menos un 50% de los residuos textiles que recogemos preparados para reutilizar y reciclar, así que básicamente, estamos moviendo el problema hacia otros lugares, sin generar una solución sostenible, en el tiempo, en el espacio, para todas las personas…
En nuestro estudio hemos visto que las entidades gestoras tienen un registro de a quién venden la ropa, pero una vez enviada, no sabemos ni saben dónde termina. Al menos la mitad se envían directamente fuera de España; el resto lo adquieren empresas nacionales pero no hay registro de si posteriormente termina exportándose también.
¿Cuáles serían las alternativas más útiles?
En primer lugar, habría que empezar siempre por ecodiseñar, reducir la producción y el consumo, utilizar la ropa durante más tiempo, repararla, seguir usándola … A partir de ahí, una vez que ya se ha generado el residuo, lo más favorable siempre es fomentar el reuso de forma local. Para ello, sería necesario que aumente la demanda de ropa de segunda mano para poder dar salida a toda esa cantidad de prendas.
Para aquellas que no puedan ser vendidas, existe la opción del reciclaje fibra a fibra: utilizar los textiles para hacer nuevas fibras. Este es un proceso todavía complejo pero para el que se están desarrollando diferentes tecnologías de reciclado mecánico, químico… El proceso de reciclado es complejo, entre otras razones porque, gran parte de los textiles están formados por materiales diferentes, y esto dificulta mucho la correcta separación y gestión de los residuos. Por eso, una estrategia de ecodiseño es la monomaterialidad. Son aspectos que deben estar incluidos en los productos desde su concepción.
Otra opción es el downcycling, como última alternativa. Utilizar el textil más desgastado, con el que ya ni se podrá hacer hilo, para elaborar rellenos o paneles aislantes. Sin embargo, esta debería ser la alternativa final.
En resumen, y aún a riesgo de repetirme: la idea principal es que debemos trabajar para ecodiseñar (hacer piezas de calidad, priorizar la monomaterialdad y el uso de materiales reciclados de la misma industria textil, apostar por la producción local, diseñar pensando en cuando el textil pase a ser un residuo, etc), reducir el consumo masivo, alargar la vida útil de las prendas y reparar. Y en el momento en que la pieza tenga que ser desechada, reutilizar o, si no se puede, entonces sí, reciclar, pero siempre mediante procesos que se hagan localmente.