El 13 de mayo de 1888 se promulgaba en Brasil la Ley Áurea, que acababa con siglos de vergonzosa esclavización de poblaciones africanas y sus descendientes. Sin embargo, nada había cambiado en la historia de la desigualdad colonial, como bien describe esta ilustración del siempre contundente Carlos Latuff. Los esclavos libertos fueron abandonados a su suerte, arrojados al nuevo mundo capitalista, el de la ley del más fuerte.
Más de un siglo después, cientos de miles de brasileños, tal vez millones, negros, blancos, indios y mestizos, trabajan en condiciones análogas a la esclavitud, desde los talleres de textil clandestinos en Sao Paulo hasta en los cañaverales nordestinos. El nuevo sistema de esclavitud, ilegal pero instaurada sistémicamente en nuestras sociedades, tiene la virtud de resultar más lucrativo si cabe. Así lo plantea el ensayo Disposable People: New Slavery in the Global Economy, del sociólogo norteamericano Kevin Bales. Los compañeros de la ONG Repórter Brasil, que desde hace años mantiene una cruzada contra el trabajo esclavo, han tomado este libro como referencia para establecer, adaptándolo al caso de Brasil, un paralelismo que llama a la reflexión.
El tratante contemporáneo lo tiene más fácil que el esclavista colonial: se gasta menos en transporte para traer a los esclavos y su «˜dueño»™ no necesita gastar apenas con su manutención. Si alguien cae enfermo, se puede desechar fácilmente: la mano de obra, antes escasa, hoy sobra. Existe un enorme contingente de trabajadores desempleados en una condición de extrema vulnerabilidad. Según los cálculos de Repórter, en 1850 un esclavo se vendía por el equivalente a 120.000 reales (unos 50.000 euros), mientras que hoy puede adquirirse un trabajador esclavo por unos 150 reales en Eldorado dos Carajás. De otra parte, si en la América colonial se seleccionaba a los esclavos por su etnia «“así como en otras etapas históricas se tomaba como esclavos a los prisioneros de guerra- hoy sirve cualquier persona en estado de pobreza extrema. Lo único que no ha cambiado es la forma en que los amos ejercen su poder: «amenazas, violencia psicológica, coerción física, puniciones ejemplares e incluso asesinatos».
Repórter Brasil nos recuerda además que la deuda es, para las personas como para los países, la manera más efectiva de garantizar la esclavitud perpetua. La servidumbre por deuda es la más frecuente en Brasil, como en tantos otros lugares: una persona empeña su capacidad de trabajo y la de su familia para saldar una deuda. O un país entero. ¿A alguien le suena de algo?