La peor publicidad del año: Los Premios Sombra

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Como cada año desde 2008, Ecologistas en Acción ha celebrado los Premios Sombra a los peores anuncios del año. En esta ocasión tuvimos el honor de estar entre los miembros del jurado y comprobamos lo reñido de la convocatoria: no faltaron méritos a las campañas de Desigual, Vodafone y BBVA para hacerse con los tres primeros premios, pero también muy merecido lo hubieran tenido Iberdrola, el Ministerio de Fomento o Seguros AXA. Unas veces, por promover valores sexistas, insolidarios o consumistas; muchas otras, por la hipocresí­a o incluso la falsedad de los mensajes.

La ideologí­a del consumo penetra la mentalidad de los seres humanos en las sociedades capitalistas, incluso la de quienes compartimos foros como este con la esperanza de construir un mundo mejor. La propaganda llega por mucho que huyamos de ella; la información hay que buscarla y no siempre es fácil encontrarla. De ahí­ el mérito de estos Premios Sombra: nos recuerda, y nunca está de más, la perversa influencia que la publicidad ejerce sobre el conjunto de la sociedad española. Los anuncios finalistas de esta convocatoria son, cada uno de ellos, casos de libro.

Del polémico spot de Desigual, que ganó con holgura, ya hemos escrito en este blog, así­ que me detengo en comentar los que fueron mis votos. No tuve dudas del primero: «Creando olores a nuevo» de Vodafone, que también dio que hablar en este Carro por la banalidad absoluta con la que incita a estrenar un Smartphone cada año. Es un ejemplo paradigmático de cómo la publicidad «es un instrumento de educación para el neoliberalismo: una ví­a para la transmisión de ideas, valores, conductas y desinformación que permitan que la maquinaria polí­tica, social y económica del capitalismo globalizado no se detenga en su andadura hacia el crecimiento infinito», como escriben los compañeros de Ecologistas. Por si no tení­amos bastante con la obsolescencia programada, que nos obliga a comprar objetos fabricados para estropearse antes de tiempo, los publicistas de Vodafone nos animan a cambiar de teléfono aunque el que tenemos funcione (obsolescencia inducida). Ni siquiera porque el nuevo modelo sea mejor: simplemente por el placer de estrenar. Poco importa que para que ese teléfono de última generación haya llegado a nuestras manos haya sido necesario el coltán que recogen niños en paí­ses sumidos en guerras por ese mismo mineral, ni que lo hayan montado trabajadores asiáticos en condiciones de esclavitud mineral, ni que nuestro móvil todaví­a nuevo se convierta así­ en chatarra prematura que va a parar a los vertederos tecnológicos de ífrica. Lo único que importa, dice Vodafone, es lo bien que huele lo nuevo, lo agradable que es estrenar objetos que no necesitamos.

Mi segundo voto fue a parar a Iberdrola no por el anuncio en sí­, sino por la trayectoria de la mayor multinacional española del sector eléctrico. La estrategia de publicidad y marketing pretende pintar de verde las acciones de la empresa y promocionar su apoyo a las energí­as limpias y renovables. En la práctica, Iberdrola, junto al resto de multinacionales de un sector profundamente oligopólico, ha conseguido con sus acciones de lobby «“y la más eficaz de ellas son las puertas giratorias– frenar el apoyo gubernamental a las renovables en España. Qué decir del comportamiento de la transnacional en América Latina, donde se construyen megarrepresas que fuerzan desalojos, destruyen ecosistemas y desoyen la voz de las comunidades locales en resistencia. El caso más emblemático es la represa de Belo Monte, en plena selva amazónica. El proyecto avanza pese a la oposición de las comunidades locales y la presión internacional de organizaciones ecologistas. Iberdrola forma parte del consorcio constructor, aunque a través de un complejo sistema de filiales que invisibiliza su presencia en el proyecto.

El tercer voto me costó decidirlo, porque todos los finalistas se lo merecí­an. Opté por el Ministerio de Fomento, por una campaña en la que se esfuerzan en contarnos las maravillas de las infraestructuras en España. Resulta de muy mal gusto e insulta la inteligencia de ciudadanos que sufren los recortes de sus salarios, hospitales, escuelas, y un larguí­simo etcétera mientras observan cómo muchos aeropuertos y estaciones de AVE construidos en los años de la burbuja, absolutamente innecesarias, y carí­simas, permanecen virtualmente en desuso, aunque su mantenimiento nos cuesta buenos cuartos a todos los españoles.

Os invitamos a que le echéis un vistazo a la web de los Premios Sombra, si todaví­a no lo habéis hecho. Seguro que, como nosotras, sentiréis que la mayor parte de los anuncios a los que cada dí­a estamos expuestos merecerí­an estar entre los finalistas. Nunca está de más recordarlo, porque, aunque intelectualmente todos sabemos que lo que dice la publicidad no es información fiable, un bombardeo constante ante este tipo de mensajes termina dejando un poso, también entre los que estamos advertidos. Así­ que gracias a los amigos de Ecologistas en Acción por esta iniciativa.

1 comentario en “La peor publicidad del año: Los Premios Sombra”

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