Es el gran Dorado de nuestro siglo. Pocos sectores en la historia han crecido tan rápidamente como el de la acuicultura. Hace 40 años el pescado de piscifactoría era apenas una anécdota; hoy supone la mitad del pescado que comemos. Ha sido, en realidad, la principal razón de la popularización del consumo de esta proteína animal. Así, hemos pasado de consumir 9 kilos de pescado por persona y año en 1985 a más de 20 kilos en la actualidad, según la FAO. Pero las capturas de pescado salvaje apenas se han incrementado desde entonces. Ha sido la expansión de las granjas acuícolas en todo el mundo las que han permitido este gran crecimiento.
Y aunque a menudo la industria asegura que la acuicultura es la forma más eficiente de obtener proteína animal, lo cierto es que este gran Dorado ha tenido un alto impacto. No sólo en la biodiversidad marina, por el uso de harinas de pescados en la alimentación de las piscifactorías que proceden de capturas salvajes de peces pelágicos claves en las redes tróficas oceánicas, sino también en miles de comunidades en África Occidental, América Latina, Asia y otras zonas del Sur Global, donde se han acaparado recursos esenciales para la supervivencia local. La acuicultura también ha provocado deforestación de zonas de alto valor ecológico, sobre todo manglares, – ahora que la Unión Europea ha aprobado una nueva normativa sobre deforestación que no incluye las importaciones de pescado -, y en Asia ha sido relacionada con condiciones análogas a la esclavitud.
Y a pesar de la importancia de esta industria y de su alto impacto, los supermercados en Europa, y especialmente en España, no tienen políticas de control sobre trazabilidad y la sostenibilidad del pescado de acuicultura que comercializan, según un informe de la Changing Markets Foundation publicado hoy y en el que ha colaborado Carro de Combate, junto a la Fundación Transición Verde, y Acción Planetaria.
El informe Floundering Around. Una evaluación acerca de cómo los mayores supermercados europeos abordan los desafíos ambientales y sociales de la cría de pescados y mariscos retrata claramente cómo las 33 principales cadenas de supermercados de Europa (que representan 49 supermercados nacionales, incluidos Alcampo/Auchan, ALDI, Carrefour, Consum, DIA, El Corte Inglés, Eroski, Ahorramas (IFA), Bon Preu (IFA), LIDL España y Mercadona) no están abordando los desafíos clave para conseguir la sostenibilidad de la acuicultura.
El informe revela así que, en seis países europeos, tres cuartas partes (76%) de los supermercados muestran una falta casi total de políticas para abordar la falta de sostenibilidad y transparencia en sus cadenas de suministro acuícola. En concreto, ninguno de ellos tiene el objetivo claro de reducir, y en última instancia de eliminar, el pescado salvaje en los piensos acuícolas, uno de los elementos más problemáticos de la industria. Así, casi el 20% de las capturas salvajes se convierten en harina y aceite de pescado, y más de dos tercios de esta harina se destina a la acuicultura. En vez de solucionar el problema de la sobrepesca, la acuicultura está contribuyendo a aumentar la presión sobre los recursos marinos.
La falta de trazabilidad es especialmente grave entre los supermercados españoles, según el informe. Así, todos los supermercados consultados se quedaron en la parte roja de la clasificación, y ninguno de ellos dio una respuesta completa a la encuesta enviada, «indicando una preocupante falta de consideración por los impactos sociales y medioambientales de la cadena de suministro de su acuicultura». Tres des ellos, Día, Ahorra Más, y Bon Preu, ni siquiera respondieron.
El informe analiza las políticas de los supermercados en tres áreas prioritarias: la eliminación del pescado salvaje en los piensos acuícolas; el control de la mortalidad en piscifactorías y la exclusión de las granjas con ratios altas; y la transparencia en la cadena de suministro y el etiquetado. Los supermercados españoles, junto con los austriacos, son los que tiene un menos compromiso en la eliminación del pescado salvaje de los piensos. Pero, además, ninguno de ellos tiene como política la inclusión automática en listas negras de aquellas explotaciones acuícolas con altas tasas de mortalidad, ni incluye el nombre del productor o de la explotación acuícola en las etiquetas de pescado, requiere que sus proveedores informen al público sobre la composición y el origen de los piensos utilizados, o exige informes por parte de los proveedores sobre indicadores del bienestar de los peces.
El informe también destaca las divergencias en las políticas y prácticas en el seno de los grupos europeos que operan en más de un país. Esto es especialmente sorprendente en los casos de LIDL, cuyas subsidiarias en Europa tienen diferentes estándares y políticas de un país a otro, y los grupos Carrefour y Auchan, que proporcionaron respuestas interesantes acerca de sus operaciones en Francia, pero no contestaron para España, eligiendo ser representadas por dos de las asociaciones del sector-ACES y ANGED-(que dieron una respuesta general superficial y carente de información detallada).
Puedes leer el informe completo en inglés aquí, y un resumen ejecutivo en español aquí.