Una planta egoísta
Una constante se repite a lo largo y ancho del planeta, tanto en las plantaciones de azúcar como en las de soja o maíz: allí donde el agronegocio exportador sustituye al pequeño campesino, se multiplica la devastación social y ambiental. Los pequeños cultivos producen más alimentos y dan trabajo a más campesinos; los monocultivos extensivos son, por definición, perjudiciales para la tierra: empobrecen la población microbiana, el contenido de micronutrientes y la capacidad del suelo para retener el agua. Algunos estudios sostienen que rotar los cultivos con leguminosas, aplicar abonos naturales y reducir la maquinaria aumentaría la productividad en torno al 20 o 30 por ciento (8).
Si la caña se cultiva normalmente en grandes extensiones de monocultivo, la remolacha suele sembrarse en campos de menores dimensiones; pero ambas plantas tienen varias cosas en común: las dos son voraces en la absorción de nutrientes, las semillas se compran a grandes empresas «“a menudo, transgénicas- y, para conseguir un pleno rendimiento, el agricultor debe aplicar los agroquímicos que fabrican las mismas empresas.
Los grandes monocultivos de caña o soja se asocian a la pérdida de la diversidad de especies; lo cierto es que, desde la Revolución Verde iniciada a mediados del siglo XX, las especies y variedades menos productivas se han dejado de lado. Apenas un dato: el 90% de las calorías que se consumen a nivel mundial proceden de apenas una treintena de variedades (9). Pero los monocultivos de una sola variedad dejan campos enteros inermes frente a las plagas; para evitarlas, se hacen cada vez más necesarios pesticidas y herbicidas cada vez más potentes, que acaban con los microbios, pero que también tienen efectos perjudiciales en la población humana. Y, si la toxicidad de los alimentos que consumimos es cada vez más preocupante, no lo es menos la pérdida de biodiversidad de las especies, que hace a los seres humanos cada vez más vulnerables y pone en entredicho la soberanía alimentaria. En muchas regiones del mundo, la privatización de las semillas y las patentes es un debate candente y, para las comunidades campesinas, una batalla definitiva contra un sistema económico que los condena a la marginalidad.
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Me ha encantado, ¡felicidades!
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Entre Europa y América el azúcar tuvo un capítulo importante en las islas atlí¡nticas de Madeira y Canarias, de hecho a estas í¹ltimas se las conocía en la Europa renacentista como las islas del azúcar. Fue su primer cultivo tras la conquista y determinó su estructura económico y social. Los primeros esquejes de caña que llegaron a América los llevó Colón de La Gomera y los primeros maestros cañavereros procedían de Tenerife
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En diciembre 2019 se publicó en Colombia: VIDA Y LABOR DE LOS COSECHEROS DE CAÑA DE AZÚCAR, producto de la investigación del autor, profesor Paulo César Giraldo Betancur de la Universidad de Caldas (Manizales), realizada a lo largo de cuatro años sobre las condiciones de los trabajadores manuales de los ingenios del Valle del Cauca. Su enfoque no es muy diferente por el abordado por CARRO DE COMBATE, pero se adentra un poco más en los detalles de su tragedia, en lo humano. Saludos y felicitaciones a ustedes.